Adolfo Sardiña: El lujo trascendente
Cuando el periodista Nicholas Coleridge nos alumbró con su libro “La conspiración de la moda” en los años ochenta , dibujándonos el estado de la moda y sus diseñadores en los países más influyentes, así como el comportamiento de compra de aquellas mujeres cuya capacidad adquisitiva y gusto por el lujo eran sobresalientes, recuerdo que descubrí aspectos muy desconocidos al respecto.
Primeramente haré una reseña de la importancia del autor que supera el mero ejercicio de la profesión periodística. ¿Por qué la hago?: La respuesta es para ilustrar y reforzar más si cabe la importancia de sus opiniones.
Nicholas Coleridge es desde el año 2015 Presidente del afamado Museo de Artes Decorativas, Historia y Moda Victoria&Albert de la ciudad de Londres. Nacido en el año 1957 estudió en el prestigioso Colegio Eton, cuna de las mayores influencias políticas de Gran Bretaña y continuó sus estudios universitarios en el Trinity College de Cambridge.
Durante el período de 1989 a 2019 fue director editorial de la revista Condé Nast Británica y vicepresidente del su grupo Internacional. Esta editorial es el grupo más importante a nivel mundial pues tiene entre sus cabeceras revistas de moda de la talla del Vogue, Vanity Fair, o Glamour. También es dueño del Condé Nast College of Fashion and Design.
Estamos hablando por tanto de alguien que conoce el mundo de la moda de primera mano por lo que sus opiniones han de ser consideradas con la atención requerida.
En el libro mencionado cita como una de las figuras más relevantes en el panorama neoyorquino al diseñador Adolfo Sardiña. En una de las páginas Nicholas Coleridge relata un encuentro con una mujer a la que pregunta en una parada de taxi si le importaría compartirlo y fruto de ese encuentro se produce una conversación que él transcribe con las siguientes palabras:
“Una húmeda mañana coincidimos en la acera mientras aguardábamos un taxi. ¿Se dirige usted hacia el este o al oeste?, me preguntó. Hacia el este le contesté. Yo también. ¿Le importaría compartir el taxi? Entonces me explicó que se dirigía a la calle 57 para una cita con su modista. ¿Me permite que le pregunte quién es su modista? Adolfo.”
Continúa Coleridge con las siguientes palabras en boca de su compañera de trayecto:
“Lo que más me disgusta no son tanto las prendas italianas como las personas que las compran. La ropa puede ser bonita. He visto modelos italianos que yo misma llevaría. Pero me niego a ponérmela debido al tipo de mujer que los llevan. ¿Qué clase de mujer? (le inquiere Coleridge). ¿Qué clase de mujer? ¿Qué clase? ¡De tosas clases! Este es el problema. ¿No se ha dado cuenta de lo que sucede en Nueva York? La ropa cara ya no significa nada en absoluto. Cualquiera que tenga dinero puede permitírsela”
Este fragmento es un claro ejemplo de que determinadas mujeres consideran representantes de un lujo menor a diseñadores como Oscar de la Renta o Donna Karan por ejemplo.
¿Quién es Adolfo Sardiña?
Adolfo F. Sardiña nació en Cardenas, Cuba, el 15 de febrero de 1933.
Trabajó como aprendiz en Bergdorf Goodman entre 1948 y 1951, con Cristobal Balenciaga en Paris entre 1950 y 1952 y finalmente con Chanel entre 1956 y 1957.
Los compradores estadounidenses admiraban su trabajo y lo alentaron a venir a Nueva York. Adolfo sombreros le valió su primer Premio Coty en 1955.
En 1962 Adolfo comenzó su propio negocio. Unos años más tarde, con la teoría de que si podía diseñar un sombrero podría diseñar cualquier cosa, Adolfo comenzó a hacer sus trajes inspirados en Chanel y sus inusuales vestidos de noche. En 1969 recibió un Premio Coty especial por su contribución al diseño de pies a cabeza…
«Una persona puede verse unida sin parecer demasiado rígida o demasiado extravagante», decía Adolfo. “Si las personas son lo suficientemente astutas como para combinar diferentes prendas con estilo y estilo, pueden crear su propia moda. Todos debemos mantener la libertad de mostrar la individualidad. La moda debe ser revolucionaria, pero siempre en la dirección del buen gusto”.
Una de sus clientes más famosas fue Nancy Reagan quien uso una de sus creaciones para la Convención Demócrata de 1976. Durante los años setenta y ochenta su colección reflejó los estilos de la ropa de Chanel, y era considerada conservadora para la gente de clase alta.
Hasta aquí la figura de uno de los diseñadores americanos más influyentes de su época. Su figura y su trabajo representaron lo más selecto de la de la elegancia de su tiempo.