Sí, soy un genio ¿y qué?

Sí, soy un genio ¿y qué?

“Considero que eso es la creatividad: una forma de pensar que lleva implícita siempre una querencia por algo, sea la música, la poesía o las matemáticas. Que se nutre de un sólido e indeleble amor al trabajo: una motivación intrínseca que sustenta el trabajo extenuador, la perseverancia ante el fracaso, la independencia de juicio y hasta las tentaciones veleidosas del triunfo cuando llega”.

Valgan estas acertadas palabras de la profesora Manuela Romo en su libro Psicología de la creatividad para acercarnos de una manera más próxima al ser creativo, es decir al sujeto y no al producto de su trabajo. El creador, en este caso el diseñador de moda, es generalmente un ser incomprendido. 

No son pocas las teorías psicológicas que acercan su comportamiento a las fronteras del desorden, un cierto comportamiento saturnino (Saturno, el planeta, rige el destino de los alienados): contemplativos, meditabundos, recelosos, solitarios, creativos.

La incomprensión igualmente es fruto de una observación utilitarista y económica de su actividad. El empresario no ve con buenos ojos a quien no produce según sus cánones e incluso toda aquella actividad no susceptible de ser medida, cuantificada, valorada o trasladada a un gráfico para ser comparada en el tiempo.

Volviendo nuevamente a Manuela Romo, ésta establece cuatro teorías para definir el sujeto creador:

  • Teoría del trastorno psicológico: La inspiración surge como una especie de furia incontrolable que arrastra al artista y lo mantiene jornadas enteras en vela e incluso, ocasionalmente, en inanición. Esta idea fue ampliamente extendida en el Romanticismo y tal como lo definió Lombroso: “El genio es una de las muchas formas de locura”. También Oscar Wilde aconsejaba en cierta medida la exteriorización del comportamiento del genio: “Sé bello y sé triste”, decía.
  • Teoría de la búsqueda de sí mismo: Igualmente esta idea toma fuerza en el Renacimiento sobre la base del artista intelectual, misántropo y reflexivo que profundiza en sí mismo, que se aísla para escuchar su voz interior.
  • Teoría de la expresión emocional: “El artista es un receptáculo de sentimientos vengan de donde vengan”, decía Picasso. En esta búsqueda todo es legítimo: la soledad, el misticismo, el consumo de drogas, etc. (recordemos la era de la Psicodelia y el LSD).
  • Teoría de la comunicación: Más que expresar emociones se trata de comunicarlas, de que estén a disposición y al alcance de los demás para que se conmuevan, reflexionen o tomen partido, o simplemente despierten sentimientos humanos o religiosos.
  • Teoría de las dotes especiales innatas: Los griegos consideraban la labor de artista en la medida en que: “la inspiración es la visión interior de quien está poseído por la divinidad”. El divino artista dotado desde la cuna es un “elegido” cuyas capacidades se sustentan en un conocimiento innato mucho más profundo de la naturaleza y unas dotes técnicas inalcanzables para los demás mortales.

¿Cómo se mide la productividad de un creador?. Y si ello fuera posible, ¿qué grado de afectación supondría dicha medida en el proceso de construir ideas si la libertad fuera encorsetada y enjaulada?. La respuesta es francamente complicada, cuando no imposible.

Recuerdo una anécdota sucedida en un viaje con empresarios del sector a una feria de maquinaria en Osaka, en la que el dueño de una importante firma gallega se expresaba en los siguientes términos: “Yo no pago a un mocoso el viaje a una feria para que luego se dedique a divertirse en la discoteca de turno a mi costa”. Ante esta afirmación yo le contesté que el problema en cualquier caso sería suyo, primero por desconfiar anticipadamente y luego no exigir un informe absolutamente detallado de cumplimiento de objetivos, gastos, etc. y además, el tiempo libre de cada cual, trabajador o directivo, es de uso personal y propio.

Pudiendo estar de acuerdo en mayor o menor medida en las teorías psicológicas acerca de la creatividad también diré que es posible el aprendizaje del “oficio creador y artístico”. Si ello no fuera posible no tendríamos lugar ni espacio quienes nos dedicamos a la formación en las bellas artes, en actividades pseudo artesanales o simplemente encauzamos al alumno hacia la búsqueda de la excelencia en aquello que produce.

Para concluir dejo una pregunta abierta para que sea reflexionada y respondida por cada uno de nosotros: ¿Qué es más importante: el camino o caminar?.

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