Entre el cielo y el suelo

Debió ser en 1987 o 1988, no lo recuerdo exactamente. España se afanaba en un cambio hacia la modernidad (de cuyos antecedentes en la movida madrileña ya hemos hablado en otro de los artículos de este Blog) y los planes de cambio de imagen a través de las campañas del Ministerio de Industria bajo el nombre de Plan de Promoción de Intangibles se ocupaban de mostrar internacionalmente a nuestros diseñadores más icónicos.
En una reunión convocada y celebrada en Sevilla por el Ministerio a la cual acudí, un periodista de la época y colaborador del mismo, Salvador Saumoy, afeó a Victorio y Lucchino la italianización de su nombre ante el hecho de ser un elemento de confusión a la hora de promocionar internacionalmente la moda de España.
Durante dos décadas José Victor Rodríguez y José Luis Medina (Victorio&Lucchino) fueron un gran referente en la pasarela nacional e internacional, pero todo pasa y hasta los éxitos más reconocibles sectorialmente pueden tener un final abrupto.
Traigo a colación una noticia publicada en el ABC de Sevilla y escrita por M.J. Pereira, en que literalmente dice así:
“El Juzgado Mercantil 1 de Sevilla autorizó este jueves a Deloitte, administrador concursal de dos empresas de Victorio y Lucchino, la venta de sus marcas, existencias, dominios de internet y algunos activos de ambas compañías al grupo toledano Six Valves, según ha podido saber ABC”
Esto me produce una reflexión que creo debo compartir: ¿es oro todo lo que reluce?. La respuesta la dejo en el aire para que cada cual concluya lo que estime oportuno.
Sin embargo, en base a mis conocimientos y experiencia personales, a menudo la unión entre empresa y diseñador no funciona de manera adecuada, salvo en los casos de establecimiento de franquicias verticales en las que el propio diseñador concede licencias de fabricación y se desentiende de manera casi total de la función productiva y hay numerosos casos que podríamos mencionar, pero tal vez el que nos ocupa (Victorio&Lucchino) sea un ejemplo más que suficiente para sustentar la afirmación anterior.
¿Por qué ocurre esto?, tal vez sea porque los diseñadores no son empresarios e igualmente, por el contrario, los empresarios no comprenden a los diseñadores. Es bien sabido que existen dos almas: la emocional, artística y creativa y la racional, pragmática o calculadora y estas dos entidades difícilmente se aúnan en la misma persona.
¿Pero y sí las dos almas son iguales y su visión creativa y emocional del mundo y de la realidad no les permitiera ocuparse de los “asuntos mundanos”? Entonces tendríamos un grave problema al que habría que poner remedio.
También conozco el grupo Six Valves como fabricante y mayorista de moda, y resultan ser ellos quienes ostentan la propiedad del mayor valor que una empresa puede tener: su nombre, aquel que fue construido a base de tesón y esfuerzo a lo largo del tiempo, Victorio&Lucchino.
En cierta ocasión oí quejarse a un gran fabricante español a raíz del trato dispensado hacia los diseñadores y la poca ayuda para quienes conforman el tejido empresarial, crean trabajo y riqueza.
Aprendamos del pasado para construir el presente. Un presente plagado de startups, de jóvenes con preparación y ganas que son la savia nueva que nos hará crecer.
Para concluir: ¿qué es más importante, el fruto o el árbol?. Ambos lo son, pero se necesitan mutuamente en una simbiosis perfecta para sobrevivir.