El genio que todo lo convirtió en espectáculo

El genio que todo lo convirtió en espectáculo

Hace ya bastante tiempo me encontraba disfrutando de la lectura del libro Vistiendo la época, de Paul Poiret (lo traigo a este blog porque se ha vuelto a reeditar) y descubrí cómo con él la moda pasó de ser oficio y se convirtió en arte, importó más el envoltorio que lo envuelto, y se convirtió el espectáculo. Hablemos de él.

Paul Poiret, nació el 8 de abril de 1879 en Deux-Ecus, una calle situada en pleno corazón de París. Comenzó trabajando en una fábrica de paraguas por exigencia de su padre que ya veía en él cierta orientación hacia la moda. Sin embargo nada pudo con el destino que le esperaba ya que comenzó a dibujar figurines que en su día presentó al gran modisto Jean Doucet y este le propuso trabajar para él. Su imaginación y personalidad estaban por encima de las exigencias cotidianas del trabajo y el discípulo superó al maestro.

El servicio militar supuso una interrupción vital y sin embargo una salida ya que su maestro Doucet le había invitado a abandonar su casa de costura a consecuencia de las veleidades y extravagancias que le convertirían en el foco social.

Al acabar su compromiso con su país entró a trabajar en la casa Worth y aun esta se le quedó pequeña, puesto que sentía que sus horizontes creativos como diseñador estaban limitados. Así pues decidió instalarse por su cuenta en el corto espacio de tres años, primero en 1903, en un local de la calle Auber, (siendo ya una celebridad absoluta en Pari). Le seguiría, en 1909, la apertura de su negocio en un palacete de la calle Pasquier, y finalmente, en 1911, recalaría en el Faubourgh Saint-Honoré, donde vivió y trabajó desde entonces.

Paul Poiret fue un visionario, el ejemplo primigenio del diseñador artista, un radical inconformista que elevó sus creaciones al máximo nivel y llegó a transformar la silueta femenina imperante hasta su llegada.

Para ahondar en su espíritu de manera más profunda, tomemos sus palabras: 

“La moda necesita actualmente un nuevo maestro. Necesita un tirano que la fustigue y que le arranque sus escrúpulos. El que le haga este favor, será rico y admirado. Tendrá que hacer lo que yo hice entonces y no mirar atrás, pensar sólo en las mujeres y en lo que les sienta bien. Pero una vez hayan llegado a un convencimiento, deberá seguir su idea a toda costa, sin preocuparse por sus colegas ni inquietarse de ser imitado. El primer año no será imitado, pero el segundo será copiado”.

La carrera de Paul Poiret como diseñador no solo se limitó a la creación de prendas de mujer, sino que se extendió también hacia otros ámbitos ya que en 1911 abriría la boutique Rosine, que recibía el nombre de una de sus hijas, en donde se ofrecía la primera línea de perfumería y belleza, emitida por una casa de modas hasta la fecha. Para llevar a cabo esta fabricación de cosméticos, pondría en marcha el laboratorio de creación de esencias, y los talleres de cartón y vidrio necesarios e imprescindibles para crear una imagen total, de tal forma que solo con contemplar el diseño de dicho frasco se intuyese el elixir imaginado de la fragancia contenida.

Sus conexiones con el mundo artístico y su labor de mecenazgo (algo que cultivarían grandes figuras, por citar solo algunas, como Chanel o Elsa Schiaparelli, que reunirían en torno suyo a toda una pléyade de genios de la creación muy variopintos) le llevarían a cooperar con artistas gráficos como Georges Lepape o Simon Puget, pintores como Raoul Doufy.

Del ingente trabajo participativo de todos ellos nacería el sistema de la moda del siglo XX, marcado por la estrecha colaboración entre arte, industria y el marketing y que resultó ser la llama que encontraría en relevo en  gran parte de los iconos del mundo contemporáneo.

Podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el origen y la verdadera concepción moderna sobre el estilo nacieron en los comienzos del siglo XX, de las ideas innovadoras de Poiret y sus colaboradores. Sin embargo, tal y como ocurre en muchos casos en la actualidad, las estrellas refulgentes tienen fecha de caducidad y en este sentido Poiret no sería diferente, ya que se dice que su imperio constituiría la primera gran marca de moda en arruinarse y él mismo acabaría sumido en la miseria probablemente por los cambios dramáticos originados, en buena medida, por la primera de las guerras mundiales.

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